martes, 21 de octubre de 2014

Caín Y Abel


CAÍN Y ABEL

Odio amarte
-tanto como- amo odiarte:
Indómita Fortuna
Aparea a Sol con Luna,
Diga así a hijo de Marte:
Seas tú en mí
       -sobre mí,
       cabe mí,
       bajo de mí,
       por mí,
       ante mí,
       de mí,
       hacia mí,
       desde mí...-
Mi mejor enemigo
Y peor amigo,
-dígaselo por otra forma-:
Hermano cuyo amor,
       De postrero zafiro sesgado,
Cuya daga se la clavo
       En mi amante corazón respirando su último halo
Contra su desnudo pecho mío
Y lleno así de amor el despecho vacío
De él: querido Yo reflejo, oblicuo;
Hasta verlo caerme Hecatombe
Para ti, desamorado dios Amor,
Sea la Ofrenda Suma de todos míos anhelos suyos.
A David y Josué, Abraham y Nicanor;
Oh, ¡qué magno númen!
       -David, David, David- 
Naciente en la muerte de quien si no mata no vive,
Tus cuatro ríos
       Afluentes de ambrosía,
       El zumo de prohibido fruto seco
            ¡Cuán infame presta letanía!
            Si el humo Holocausto de tu sexo
            En fuertes cenizas es mi propio
       O escarlata, quizá, de Moisés
       Que hasta Elíseo asido poseé;
       -ni siquiera lo sé tú-
Sí siempre son los mismos,
Indómitos, æternos, impertérritos
A dó exigido fue el tributo
De estocarte en mi propia linfa,
Drenar tu [el] corazón de mi blanca brea y,
       Hermano, humano hermano,
Tus ojos te ven llorosos,
Gimen acres con el furor de voz ajena
Que hondo cale en Dios, Omnipotente,
O que sus manos no más muevan mis músculos
Hasta cercenar cada filo de espíritu.
¡Oh David! Por ti me mato a él;
Eres gloria de Caín, fuiste vicio de Abel.

Ядэәј Ѣхфярщәбъ Ǝхрўтья

viernes, 17 de octubre de 2014

Genghis Khan


GENGHIS KHAN

Firme el fuego amasan
Las olas que avanzan
Sobre la brea, las rocas, la piel
Que caen del desierto lloviendo
Sobre los cielos que tiñen
Escarlata el zafiro, lumbrera
          aqueménida;
Ya no podrán más llorar
Otros ojos a los tuyos
Amada mía de coralinos dedos
[Que] tienes acariciantes, fino cristal
pulido es manto nacarado y que
encierra, tu alma, oh bella dama
          aqueménida;
Faltaremos vestales y esclavos
Tuyos en aquesta ajena tierra
Colorada quien se desola
       ‒se aleja,
       se pierde y
       se abandona;
       se deslumbra,
       se cae y
       se estremece‒
Mueve errante sus canteras
Y huyes sin hogar desnudada
Cabe los ríos rojos,
Samarcanda, sensual piel
Acastañada por sus aguas, tu
Sangre turquesa se baña y yo,
En Estigie, Hecatombre a ti, Venus
          aqueménida.