A LA CIUDAD DE
LOS ÁNGELES PEQUEÑOS
Quatro y tres veces diez, más cien veces tres:
no dejen sus voces no queden sin piel
y de noche soles traigan por mïel;
aqua entre quien hostes quedose esa vez.
Y halo de tristes por dar a tiempo revés,
y de hombres que no caigan ante su hiel,
viven so vivas por ellos y ellas fiel
a quienes Dios llevose en Septiembre tres
Nuestras sean vuestras penas triste Beslán,
digan las voces a coro «nunca más»
en muestra de honra a tus venas, tu herida,
Más flores que mueran no caigan jamás
ante ellos, nuevas almas de Eva y Adán;
¡salve urbe! ¡salve tu oro que es la vida!
martes, 11 de marzo de 2014
sábado, 8 de marzo de 2014
Oda a la Germania Magna
Oda a la Germania Magna
Ando junto a las mil almas límpidas,
entre el musgo y los espejos que fluyen
bajo rüina ancestral de tímidas
aquas turquesa que de orbe humano huyen
danzando en sendas verdejas cálidas,
merecen sí la niebla que a Odín le canta
al rocío del fresno; ca ante su manto
colgando la verdad revela un canto
Sin ojo más otro une todo en cinta:
dïera no un solo fango, entre tanto
fino vecino que esmeralda pinta
cada alto monte con noble quebranto;
ruega el más sabio so una sola tinta:
¡cúbrase de vulgo el argento llanto,
diga alta Freyja so desde ova al oro
fluya cerúleo entre llanos, imploro!
Sus riscos y montes al fuego levan,
no sin la vega abrir a gran decoro,
ella permite del Palacio lluevan
a las villas ópalo baño a coro,
cabe arcoíris i el guardia, renuevan
de Surt, Nifel zafirino tesoro
corone el cristal del valle sereno
perlando cuanto antro haya en el terreno
E si acaso hubiera cause más fasto
ca no más lustra diamante moreno
en ambos nichos del Elba al Rin vasto,
ca no más avante cierne tanto heno
blanco a la Taringia y su propio glasto,
yo al ocaso de Sól no diera treno;
evoco a la mítica Amisia, mansión
de Germania, digna ante toda visión
Salve Elba grande, tus aquas y lechos
testigos sean de aquel hecho de creación
y bañen límpidos desde tus techos
do Hóli persigue ahí sin delación;
es en Ti, sobre, do yacen los lechos
finales, la nive sin previa estación
uno tras otro siguen ellas en tres,
escuros, ¡ciernanse a Ti, ca en ellos ves!
Salve Rin e al magnificente aestío
Tú, sólo Tú abres laderas a la vez
q’el castigo regio a entorno sombrío
miles de uno emergido son cada mes
aullantes caninos, su voz navío
errante del Arcadio so no al revés
fuera el juego de Máni con Licaón
¡son tus cimas revestidas por zircón!
Canto luego al viaje bello, a ojo mío
duermen por baco ensueño cobijados
manadas fieles, al porte bravío
eternamente, en olmo cuidados
por la gaya espada de Arminio “El Pío”,
desembocara al fin en sacros vados
¡veo ante mi indigna mirada tu casto
velo nacáreo, del Rin al Ems, vasto!
Envídiante caerúleo atisbo hasta Thor
la pulcra, cual pelo de lobo estrecho,
piel bañada en el de perlas resplandor;
más aún por tus lácrimas en pecho
ca más q’el estaño de Mímir fulgor
resguardan, y celosas sin despecho
rocío a flores son y manzanilla
adornan gallardas, dehesa y villa.
Ploro a Frey que no erre yo en la esta misión
divina d’al Hönne cantar apología:
nada codicia a’l Tiber y su sedición,
ni a los óculos que Juno escogía
sobre todas cortes eqüestres de Ilión,
o a perene Urbe Nueva que vigía
¡nocturnales cavernas no gastadas
bon vasallo e señor, justo, nombradas!
Tienes escondido soporte invicto
augusto tan que al Atila avasalla,
sea de estepa o de Rurik el edicto,
ni manido tirano a Ti soslaya
pues ni su aqüila te habrá convicto;
¡hasta en Aquiles Balder ve la falla!
¿Qué espero acaso cativarte agora?
¡Nefasto crimen fuere éste en mal hora!
Ríndome ante Ti, yo, me arrodillo
a tu límpida piel de perla y plata
cubriendo al Verdadero y su martillo,
tus ojos de zircón sin deber cata
pues clamar ya perfección no es fallido;
con tus vetas de coral escarlata
cierro el cantar que Skuld me ha dejado
en fin no hacer tus virtudes a un lado:
Aves fastas de plumas ambarinas,
estepas en latitudes verdejas,
mares cual Kiv y vegas zafirinas,
inmensas dunas de trigo perplejas,
lobos, zorros, renos y otras alpinas,
insuperable vid cabe sus rejas;
¡una áurea lux que domina hasta a Apolo
magna corona a ti de polo a polo!
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