lunes, 7 de diciembre de 2015

Imágenes divinas


DE IMAGINIBVS DIVIS

Mármol, cantera, marfil
Se levantan al ascenso de Apolo y Neptuno
Vigilantes del navío último de Eneas;
Son las columnas entre el Egeo las más bellas,
Mismas que aquel mar, con sus Imperios agora sometidos
Llevaron tu gloria gaya al confín;
Mármol fino y dulce esculpido
Asciende etéreo , despreocupado,
Formando el arco romano ideal, perfecto
Se une en sublime rotonda e sin ser Apolodoro ni Hadriano
Recibe las luces ténues, fugaces, de Febo-Apolo
En la cúspide de su cúpula acapullada
       casi cerrada
En una vuelta como si al dios persiguiera
Una bóveda de cuarzo y perla
[Se] une luz de la noche
Misterio de ese esculpido templo a Venus y Marte;
¡Oh ajeno hogar divino!
Te elevas sobre indómitas grebas
       que sostienen carrozas
       de nácar puro y nuevo
Hasta la morada última de la vida,
A rostro tan humano como supremo
Se corona el clímax de la ofrenda de dioses a hombres
       y viceversa;
Eres el sumo oro de Júpiter,
Por cincel de la propia Minerva esculpido,
En honor a la belleza máxima existente
       o por la aún no conocida;
Tú, conquistador eterno, en ti mar y cielo azabache
Se funden con plena armonía.

martes, 22 de septiembre de 2015

A la Arcadia


ARKADIÆ

Florece axí el oro sobre Arcadia,
Se cubre de trigo nuevo tu rostro y
Se baña desnudo, puro, de nácar, coral y zafiro;
A sus ojos eternos han cantado Dante y Virgilio,
Ellos, los que a Apolo honran;
Tú, tierra ancestral mas virgen,
Tú, canto sacro hecho vergel y vergel hecho hombre;
Tú, oh Arcadia, tú portas la pureza primigenia antes de Júpiter o Urano;

Al oro que es tu piel,
Al ámbar imperial, corona de los reinos del Egeo
A ti, muchacho puro, nuevo; primario, es el canto del latino;
Por tus flores que aún no brotan,
           do hasta sus poseedores son áureos,
           e hubiste honor de Jerjes, Alejandro y César;
Anduvo el propio Apolo, dio a ti sumo destino:
Qué de tu mano llegara la gloria romana,
Qué reyes rindieran tronos y espadas en tributo
Qué la tuya belleça fuera orden único del poeta;
Esa belleza bañada en plata y oro
Ella observa de costa a costa el 'mare nostrum'
Sus playas despiden al amor fenicio eterno inquebrantable 
De Dido por su anhelo viajante por el mundo,
Así tú, Arcada antigua,
Domas el alma de quien te llama 
E eres joya imposible de la Hélade;
Tu piel, tu flor, tus ojos –
No son míos ni de alguno otro
Pues sólo soy y somos viajeros
Por tus valles y costas pasaría sin gloria ni conquista,
Sólo contemplante,
Tan alto tu fruto cual nubes,
Allí queda la ofrenda, depositada ante las grebas puras;
Arcadia, eres, tú, amada tierra tan ancestral mas joven,
Que ningún hombre de armas te habrá.

martes, 8 de septiembre de 2015

Arrojóse a la noite Apolo


AD NOCTE EFUDIT APOLLO

Arrojóse a la noite Apolo,
A los tristes reinos de Plutón
Cuando el manto coralino
         ‒ardiente entre el fulgor
         de el calor proprio
Coronó a todo el imperio joviano
Do él yace indiferente a
Mi llamado silencioso
Ca no sigas los carros de Febo
Al banquete que Perséfone presida
Para el mismo Sol naciente,
          aquél celebrado e citado
          por Sila «el Tirano» ante Pompeyo
          qu'al final fuera, éste, Iulio,
          él, hermano vuestro, oh César;
          mas ahora os espera Sila
          rey de la Macedonia;

Y no más veré al deshielo de tu ámbar
Cubrir fiel el álgido roble,
No más exire va al Egeo
[Con] la oliva e sin rumbo
Aguardando sobre el risco
que mira a César-Constantino eternales
          expectante, entre los sos muros,
          y heredero del Laurel escipión-emilio;
Os habrás ido hacia otro Imperio a galope áureo
Mientras la nieve al mar se une
Quando acres lágrimas se funden entre las manos d'Aurora ―
¡Mas si tardaras
          Cuarenta, sesenta o cien!
Tejo y destejo, suplicando, despejo a Plutón o Neptuno
Por tu regreso;
¿E acaso Piedad hallaría
en los oráculos lacónicos de castañas profecías?

¡Andad! ¡Andad!
Noble mozuelo
Es tu hora i no la mía
Maguer ansío guiar el carro del Sol invencible
Que a lo eterno te lleva, glorioso.
¡Andad! ¡Andad!
Noble mozuelo;
Ca vuestro es el ovejuno firmamento, sede;
Allá aguardan los dioses;
          pertenecerás,
Junto a Apolo que baja triunfal al Hades,
A los dioses y a su reino.

martes, 1 de septiembre de 2015

Desde Las Nubes


A NVBIBVS

Ambula sin puerto ara el campo coralino
Con diamante, perla y zafiro
Emana un nuevo día al cabalgar Febo-Apolo;
Errante sin rumbo,
Exido del reino elíseo de los sus ojos de roble ambarino,
Deja el manto ovejuno y en semilla
Y brotará el nácar celeste por centinela
De tu andar solitario en compañía de otro hombre,
Sembrando nubes
Al compás de la cuadriga áurea
Que extiende un velo de coral sobre el firmamento 
Hasta lo más lejano,
Allende los pasos caminados de Darío,
Allí, pasando el mármol de Halicarnaso,
Do residente yace el alma tuya;
Ahí llegará el fruto del oro amartillado,
El trino de los recuerdos en nube abraza,
El arándaro único de Edén;
Y entonces tú, oh Macedonio, te aguarda el filo 
De nube nueva junto a Apolo.

jueves, 30 de julio de 2015

Cantos desde la mar


CARMINA MARINA

Se hace a la mar, se consume en plata turquesada;
Lloro a su partida,
Lloro a las armas y al varón que
Deja en ruinas a su paso
La ciudad anhelada del mar eterno;
Flores y roca y yo a tu imagen rendimos,
No l'adarga ni falange, el Verbo en espejos de olivo, perla y noche
Llenan y ahogan
El palacio do otrora dormías
         Tan lejos;
Y la tierra se devora al paso 
Mientras Neptuno te guía en hombros 
Mi reino se encomienda a Plutón
Y ya la caída contra las playas o calzadas 
No es pena ni quebranto,
Es la pira que aguarda el plomo del desprecio
Al que Júpiter,
         El más grande,
Llama a todo hombre.
El camino por delante será largo
Hasta llanuras de oro fino;
Por aquí marchó ya César,
Por aquí marchó ya Emilio;
No en victoria de uno o derrota del mismo —
Así mueve hasta a dioses el destino.

viernes, 22 de mayo de 2015

Сети Се Моје Песме (Re-edit)


СЕТИ СЕ МОЈЕ ПЕСМЕ
[Remember my songs]

Waves rise over me
water shall clean my soul,
and I'll take what's mine,
leaving behind what's yours.
I can believe in My Tomorrow;
a time for no cries or sorrow...
a time to say finally «no more of you.»
What never was, can't never end.
You'll cry alone, and I'll stand,
don't dare to reach out for my hand!
After I was sent to Hell by you!

Woe to you, for you've hurted me ―
you'll suffer for a life and beyond!
Woe to me, for I have trusted ―
You'll never find someone like me again,
сети се моје песме!

Iron tears, a coal heart;
black, emotionless.
You left, and was the best for me;
was it for you? Who knows?
I honestly don't care a fuck!
Your iron fist crushed my dreams,
and it seems it was glorious to you...
I now see how I was a fool.
The clock's tick tock goes on and on
as I'm a new guy, I've rebirth:
I deserve the best,
while you; a bullet in the chest!

Woe to you, for you've hurted me ―
you'll suffer for a life and beyond.
Woe to me, for I have trusted ―
You'll never find a me again,
сети се моје песме!

You've passed by many rooms,
you were scowled by your very own lies.
Ain't fair to look up to the skies,
saying "I love you" thinking of some one else.
Your skin was never mine,
but surely wasn't even yours.
Sooner rather than later you'll come back to me;
I don't want a whore under a virgin's clothes.
The moon won't let you lie,
she saw other hands caressing that chest.
What does love mean to you?
O how do you define friend?
...some one to sell or rent?

Friends you say? I once thought we could be friends; but no, we're not friends anymore I'm not sure if we ever were. You spread misery 'cause it's the only thing you can feel.

Woe to you, for you've hurted me ―
you'll suffer for a life and beyond!
Woe to me, for I have trusted ―
You'll never find a "me" again,
сети се моје песме!

jueves, 21 de mayo de 2015

El regreso a Khrasnitsa - capítulo I


EL REGRESO A KHRASNITSA
I. EL PASO DE ÛKLER

Llegado al punto más alto y frente a todos los mozuelos alzábase la Efigie de la Sempiterna Unión (tres guerreros que alzan la espada, el hacha y el martillo) representación in memoriam de una batalla ocurrida siglos atrás. Era Yádeyey el más pequeño del grupo, Yádeyey Yejrútia, mira con atención el desgastado cuarzo con que las armas talladas fueron. Con tan sólo ocho años, las piernas en el monumento son más grandes que él.

Aparta el pequeño Yádeyey, Liadil como le nombraron de cariño, sus ojos de la pétrea alegoría para observar el lejano valle que se abre en la lejanía y se une con el horizonte al crepúsculo. Sus párpados a ratos sollozantes se arrugan ante la luz azafrán en el firmamento, mismo que le responde con tierna brisa otoñal. Los rizos color trigal se alzan al compás del viento.

Por detrás, otros trece mozos descansan sobre rocas y tocones bajo tutela del mayor en el conjunto, un adolescente de apenas catorce años, quien lleva por nombre el de Bêtsqla, sus cabellos rubios son idénticos a los que tiene Yádeyey, hermanos por gloria de la Fortuna mas no de la sangre. Es aquél encargado de cuidar a sus Krûzhoy, tarea que desempeña con esmero y devoción en especial tratándose de sus dos hermanos.

Bajo la sombra de un olmo yace Féleyey, el risueño y siempre alegre hermano de en medio, de su padre, el general Yézhia, carga los ojos turquesados, de su madre los excesivamente lacios cabellos de cajeta–como los nombra Yádeyey– y un sentido del humor propio sólo de sí. Desde su cómoda postura sobre el césped, mientras su verde da paso al oro, arroja piñas secas de conífera a sus amigos a manera de juego.

Es el último tramo del viaje. Deben alcanzar la villa Biarezhna para acampar y la Cabaña de Urald, quien fuese guardia personal del Emperador Jördel y abriole las puertas a los sublevados durante la liberación de Yéstgrod; hace 500 años. El pueblo se mira pequeño pero jovial. Reces y borricos y lechones y ovejas lanudas por doquier; trigales, maizales, cebada y tractores oxidados por acullá; granjeros, arrieros y unos de otros oficios más por allá. Un poblado tranquilo.

Apenas a ronco grito ordenaba el general Yézhia empacar mochilas cuando surcan el cielo, en formación Eskadra Ödralia, es decir en grupos de a 15, treinta aviones caza más quince bombarderos hipersónicos, vuelan rumbo al Valle de Yéstgrod, a tomar parte en combates aéreos. Piensa para sí el viejo militar las opciones. Un súbito cambio en la orden toma por sorpresa a todos, ¡id a la caverna deprisa!, grita el general. Bêtsqla, su hijo y subalterno, se vuelve hacía su padre con desasosiego, siente un concomitante temor en su cuerpo, un miedo a la muerte que puede flotar sobre su cabeza.

Pocos minutos les toma poner las pertenencias dentro de las mochilas y emprender la marcha. Frente a sus rostros se extienden las grutas de Ûkler, un pasaje subterráneo de cavernas y ríos que conectan al Distrito Yéstgrod con Elya. Un par de años atrás Bêtsqla recorrió el pasadizo. Está preocupado, no desea decepcionar a su padre quien le confió la misión del regreso. Saca de su atiborrada mochila un frasco de vidrio con un aceite rojo en su interior, en el remoja un madero que será su antorcha.

Uno atrás del otro internanse en la caverna. Los ecos de pisadas y algunos animales cortan el silencio cada que sus calzas de tipo caliga rompen los charcos hechos por los afluentes que corren de lado a otro del sistema cavernario o cuando Bêtsqla da alguna orden al grupo en el cual los niños no comprenden el por qué se hallan ahí. Se les oculta mucho la verdad, consideran para sí Bêtsqla y Féleyey.

Los dos hermanos se susurran si sobrevivirá alguno a la guerra. Quizá se niegue en la prensa oficial pero gracias a espiar los reportes de Yézhia, más algunas noticias underground que se filtran a través de medios alternos o panfletos se sabe los reales resultados en el frente; la toma del territorio insular y la capitulación de ciudades pequeñas. Bêtsqla es el más reacio a mantener el voto de silencio, no estuvo de acuerdo ni al inicio.

No creo que esto sea la forma – susurra Bêtsqla – no se puede tapar el Sol con un dedo y no somos estúpidos; la inflación de los víveres, que ahora hasta hacemos cacería en la fábrica abandonada…¡hasta potages de imitación con almidón de olmos viejos! – evitando gritar – ¡Vamos, Felia, esto va mal y mal terminará si hasta el Senado en Yèstgrod sigue su política de avestruz!

Muerde Féleyey sus labios, sabe que su hermano dice más de una verdad en cada increpación. Es hasta obviable que ni los niños se creerán los cuentos de hadas del general Yézhia, del inútil Senado o de cualquier medio farol que grazna la historia oficial. Agacha la cabeza a una roca de cuarzo turquesado, lo recoge con desasosiego y la coloca en el bolsillo izquierdo. La marcha debe seguir. Esta vez literalmente a obscuras ― piensa para sí Féleyey.

Atrás de ellos van a paso inseguro el grupo y, como fuera de sí, el viejo Yézhia tecleando decenas de mensajes en su comunicador, quizá a los cuarteles de Elya. Yádeyey sigue con su vista las figuras que se proyectan como sombras entre las rocas que se alejan en pasajes de aquel laberinto. Se anima con juegos de sombras la travesía. Liadil usa la luz que porta su hermano para reflejar figuras de animales en las paredes. La distracción aleja a ratos el agotamiento hasta que el calor creciente succiona la energía de los jóvenes.

Bêtsqla considera que es momento de levantar campamento y proseguir en la mañana. Aguarda a que sea el lugar correcto, lo que busca es el río principal, mismo que indicará su localización dentro del sistema Ûkler; aunque su destino es distante ya recorrieron la sección más peligrosa, la de laberinto y donde se pierde con facilidad.

El río nace de los manantiales boreales, en un lago al pie de una montaña y sus cascadas de tundra. Un sistema hídrico con una cuenca en la Ciudad del Dragón. El buen narrador Féleyey conocía al dedillo la historia; se dice que en el sitio donde se encuentra la moderna Ciudad del Dragón ocurrió la creación del mundo:

La ciudad ― exclamó Féleyey ― era morada del dios externo Låkdal, lugar de hielo perpetuo donde nada crecía hasta que una noche a la caverna llegó un anciano y su perro. La caverna era el único paso al lago Udradh, cuyas aguas son tan puras que sacian el hambre eternamente. Låkdal se negó. Amaneció frente al acceso un huevo ardiente que Låkdal devoró. Del huevo nació Salamandra cuya carne de fuego carcomía al dios exterior del hielo perpetuo, ese que emanaba un frío tan intenso que tenía condenada a la vida; hasta que de su cuerpo destazado nació el Dragón del Origen, mientras de Udradh nacieron ríos y mares. La vida había comenzado.

 Bêtsqla desciende hasta el río con un gran perol en su antebrazo. Recoge agua y unas rocas de imán que yacen en el lecho. Las grutas cuentan con numerosos tiros utilizados como reservas de agua potable, ellos proporcionan el aire que respiran y, confía Bêtsqla, permitirán encender las fogatas para calentar comida. Regresa después al río asiendo una pequeña adarga. Tres, cuatro y cinco hondas al río de bajo caudal. Sube, y ahora, con 6 pescados en el pocillo.

Los niños toman la cena con rutinaria pasividad, juegan al mimetismo, otros fingen saber el juego y sus secretas reglas de silencio. Yàdeyey no se encuentra entre estos últimos, algo hiede en el horizonte y cuando la luz arrugue sus pestañas de los niños, no será nada igual.