martes, 22 de septiembre de 2015
A la Arcadia
ARKADIÆ
Florece axí el oro sobre Arcadia,
Se cubre de trigo nuevo tu rostro y
Se baña desnudo, puro, de nácar, coral y zafiro;
A sus ojos eternos han cantado Dante y Virgilio,
Ellos, los que a Apolo honran;
Tú, tierra ancestral mas virgen,
Tú, canto sacro hecho vergel y vergel hecho hombre;
Tú, oh Arcadia, tú portas la pureza primigenia antes de Júpiter o Urano;
Al oro que es tu piel,
Al ámbar imperial, corona de los reinos del Egeo
A ti, muchacho puro, nuevo; primario, es el canto del latino;
Por tus flores que aún no brotan,
do hasta sus poseedores son áureos,
e hubiste honor de Jerjes, Alejandro y César;
Anduvo el propio Apolo, dio a ti sumo destino:
Qué de tu mano llegara la gloria romana,
Qué reyes rindieran tronos y espadas en tributo
Qué la tuya belleça fuera orden único del poeta;
Esa belleza bañada en plata y oro
Ella observa de costa a costa el 'mare nostrum'
Sus playas despiden al amor fenicio eterno inquebrantable
De Dido por su anhelo viajante por el mundo,
Así tú, Arcada antigua,
Domas el alma de quien te llama
E eres joya imposible de la Hélade;
Tu piel, tu flor, tus ojos –
No son míos ni de alguno otro
Pues sólo soy y somos viajeros
Por tus valles y costas pasaría sin gloria ni conquista,
Sólo contemplante,
Tan alto tu fruto cual nubes,
Allí queda la ofrenda, depositada ante las grebas puras;
Arcadia, eres, tú, amada tierra tan ancestral mas joven,
Que ningún hombre de armas te habrá.
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