REQVIEM AD AMANTEM VIRGINEVM
Toma, inocente, las rosas
que dejan aun entre los campos
cuyos frutos dulces ya son habidos
por otros cogidos, cogidas,
dulces vástagos de Ceres o Aurora;
no hay más limón
ni olivo en el árbol,
el oro en pan ya está y
sin preguntarse quién le quería tal;
ya hasta ellas, semillas de triste Plutón,
tienen dueño invernal:
Virgen jovenzuelo —
Collige, virgo, rosas, dum
flos novus et nova pubes
et memor esto ævum sic
properāre tuum.
Y si ni oliva ni en aceite fino queda–entre el molino y el puerto–
no apresures te, toma las rosas
el perfume
y hierba caída
que si alguien no mira a ellas
¿sea acaso Fortuna hablando a tu rostro?
¡Hay siempre lima en vela!
Temer esto en cuenta —
al orbe magno deja Ceres
un velo de rocío nuevo
cuya estirpe rompe hasta la roca
y emerge en busca d'Apolo;
no quedes ante Egeo:
Corintio no trae nada
ni al precioso deseo
ni un oro en saeta en chapa.
Toma entonces las rosas
porque nuevas son sus virtudes
como nueva la aurora de la vda —
Collige, virgo, rosas, dum
flos novus et nova pubes
et memor esto ævum sic
properāre tuum.
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