miércoles, 31 de octubre de 2012

De rebus æstheticæ existentiæque

Intro

Yo sólo se que existo en función de que para él no existo, le carezco de Æsthetica y sólo así se que aún siento.

Estoy sentado en donde ya no estoy y frente a para quienes nunca estuve ahí. Mas me pregunto, nuevamente, si pudiere reunirme y existir sólo solo frente a él.

Se que él es real porque de él nacen mis tatuajes pero no están, o no están para él...si nadie puede oír ni escuchar entonces no existen.

Medietas

Canis vitam non timet
Canis felix est

Conclusio

La sencillez es una complejidad en sí misma: tres fonemas tan sencillos que suenan ser y suena decirlos mas no lo son si frente a mí está él; ese muchacho de estética mirada que revela cuán complejo es emitir tres simples sonidos; es así que caí en cuenta de que tengo miedo: le temo a su belleza, le temo a su estética pero más concomitante aún, el temor a desprenderme del miedo mismo.

Le temo a la fugacidad de que él me de vida para hacerme caer en cuenta de que no existo y más fuerte aún es el miedo a no tener ese mismo miedo.

Outro

Digo a manera de árido cierre que, como quisiera sentir lo que se siente el no sentir nada.

lunes, 29 de octubre de 2012

Satélite III




III.- Sobre cómo respira Khūmęn


Lleva ya Içmælđ 2 años con el marro de acero, mismo que él forjó; da golpes contra el pesado yunque; espada y mazo; vajilla y munición...así pasan los días para el desdichado mancebo que a Æqhmīld le sirve. De él vive, por él vive y para él también.

Içmæth, al igual que el resto de los laboratores, nada tiene prohibido si, y sólo si, no osan libertarse hacia el centro de Uur. Cercan al epicentro barreras tan altas y tan sólidas que ni se pueden ver, así a Satélite el Ennssi tiene sitiada.

Le dice Urbezh a su vivido hermano: "todo en Sŏmir se puede tener, comida hasta el hastío y placeres sin cesar; el trabajo al final del sendero libera". Hace un año que Amed se quitó la vida con la mano de Ür. Dos compañeros de la vida y dos vidas tan distintas; por un lado esta Izmālđ: se niega a caer en el perdidismo y cerrar la puerta...siente esclavitud en la libertad dada por la administración ensilar y por Khūmęn.

Un día seco de otoño, cuando al comienzo ya se puede percibir su final, Içmālđ despoja a su cuerpo de un miembro, su recompensa es un bien ulterior: libertad según él mismo. Por el tajo sin piel sangra, misma sangre quen alimenta el alma suya. Sin la cadena eléctrica ha de hallar su camino fuera de Satélite y entrar en su nueva vida, no refiriendo a la Nueva Sumeria.

Içmæth tiene dos tareas por realizar y su primer objetivo está en la mismísima Jomîn; he aquí un dilema: confiar o no en su hermano Urbăil o no, pues ¿y si le traiciona? Tampoco quiere hacerle daño alguno...no fue culpa suya el haber asimilado y tomado como propias las creencias laborales antiquísimas; como quisiera romper los grilletes de Urbezh. Comprende finalmente Izmælđ el error gravísimo que a sí mismo se puso: un límite de tiempo; cuando los mercenarios  de Simarqand le encuentren si permanece más de la cuenta en sus zonas de influencia.

Frente al barrio limítrofe, entre Satélite y Warfæth, corre el joven con largos cabellos de trigal hacia su destino final en la Factoría de Khomîn; en su espalda lleva los trozos catenarios con los cuales se le tuvo cautivo por castigo a su opinión no concorde a Æghmīld.

Llega con jadeo a la retaguardia del complejo industrial sólo para observar, una vez más, la penitencia de los laboratores, realidad que deja de serlo cuando pasa desapercibida por no sólo extranjeros, sino también por los propios habitantes de Ür; fuera de la marginada Satélite todo lo referente al sufrimiento es un mero tabú, una sucia conspiración para desprestigiar a la Nueva Sumeria surgida de entre las cenizas bélicas que dejaron los teatros tiempo atrás.

Una lágrima escarchada cae y se evapora antes de siquiera tocar el concreto ahí en el clima desértico de Uur...ya está todo listo. Es demasiado si ya el calor del desierto es superado por aquel de las maquinarias; o cuando en Jūmîn hay menos almas, menos humanidad que en las dunas tras las fronteras del Último Distrito.

Içmæth corre se pierde entre un hediente callejón, se postra ante el portón de La Salida, el que nunca abre para Satélite, con la que soñó. Coloca tres cilindros en cada lado del rectángulo metálico; con un alambre cúprico abre la cerradura, una vez dentro el joven gatea a raz del cemento hasta el lugar prohibido, es decir, el cuarto de comandos. El sudor salino le cubre por completo el rostro, tiene su cabellera cual si estuviera bajo las lluvias torrenciales de junio. Desde esa robótica habitación los enviados y subalternos del Consejo Ensilar lo controlan todo, inclusive la monótona vida de los neoesclavos.

Abre Izmālđ el cierre de su mochia de la cual extrae unos frascos más una roca de brillo seco y bonito aroma; mediante una manguera conecta uno de los frascos al picaporte del lugar prohibido, rellena el frasco con agua y sumerge posteriormentela piedra; sella el frasco y lo deja ahí; del lugar asciende un hedor almendrado, la señal que le dice debe partir.

Retoma el camino a gatas hasta lograr salir y corre, corre allende sus propios límites, toma las escaleras de un edificio entre los agudos ruidos de una alarma que se escuchan por toda Ür. El barrio es abarrotado por guardias; es el preciso momento cuando Içmæth acciona un dispositivo que trae ajustado a su cinturón y....una nube de humo, fuego y acero asciende más arriba que la cúpula en Simarqhand.

martes, 16 de octubre de 2012

Satélite II





II.- Izmālđ āl-Habāb "el Sumeriano"

De entre los callejones de Ür emigran hacia adentro los Hombres Libres de andar, lento o rápido, hacia el sepulcro magnificente bajo las calzas de Ækhmild. El extraño y el bien nacido por igual o por peor, sacados por unas Fuerzas Armadas sin fuiles ni parque pero de uniforme verdejo aún; sin espadas lograron desangrar lo más valioso en las vidas de sus propios hermanos.

Am'd āl-Habāb, laborator del Nuevo Sŏm'r, cayó en manos del Ennssi y ante su corte, abandonó su departamento en el epicentral barrio Ghaliib-Wārd, ya no había hogar en su casa, debió entonces cimentar la nueva vida en Satélite, la lejana y paupérrima periferia de Uur.

Amed tuvo con la difunta Jalja proveniento de una lejana Karilja: Içmālđ del cáucaso y un púber de S'meria, Urbâil, con tan sólo 14 estíos, 2 bajo Izmæth. labora en la Factoría Central el-Khūm'n, siderúrgica y altos hornos desde los cuales se surte de insumos a la región; por otro lato el efebo Izmæth siguió los pasos de su creador, el senil Amed; cruzó las líneas ficticias hasta alcanzar al burócrata con poder decratorial sobre todos...se le dictó una sentencia vitalicia a vivir dentro de las húnmedas y pestilentes mazmorras, sólo tras cargar sobre sus hombros el peso del trabajo forzado en...la Planta de el-Khomęn junto y bajo su hermano menor.

A Urbâil se le forzó, por orden explícita del Consejo Ensilar, a explotar con indignante tratos a Izmālđ, no tenía este último descanso ni comida hasta haber cubierto la cuota diaria; un tormento no sólo para el torturado, sino para el torturador por igual.

Am'd no soportó tener a sus dos vastagos enfrentado con y por riendas más allá de su poder; pobre anciano mísero, tomó por primera y última vez el control sobre sí...ascendió al S'marghand con férrea decisión....se arrojó desde las cúpulas aureas..


miércoles, 10 de octubre de 2012

Satélite




I.- La ciudad nueva


Cuatro generaciones han caminado sobre la Tierra tras el final de la última gran guerra. Tres Pueblos contra otros tres mas se destruyern entre sí para conquistar una tierra solar que nada les ha de otorgar.

Por la cuña y la madera se erigió la Nueva Sumeria, con lo bien sabido de los caídos, una Babel fue levantada allá hacia el centro. Una más y otra más, cada silo de cantera alzado hacia el firmamento por cada ocasión en que Uur se construyó. Los días, meses y centurias pasan y con ellas, la gloria áurea nacía de su cadáver.

Dos calzadas color marfil cortan paralelas a la Uur post bélica, corren sobre las fuentes y los cipreses que embellecen aquel parque al cual regresaron pajarillos y rodedores, esperanzados por el nuevo amanecer en Uur.

Resurgió el sonido, se levantó el derribado Capitolio de techo abobedado, la cúpula dorada, restaurada de entre escombros, se colocó en su ancestral posición. Su observatorio es hoy un estético adorno en la cima del Capitolio, mismo que, por consenso, se colocó junto al hoy seco río Tēgrisa, a su vez nacía del manantial nororiental, entre áridas arenas que albergan actualmente al aeropuerto.

Otro quinquenio transcurrió y dos cosas nuevas ocurrieron en Uur: Fue nombrado un Eenn-Trabat, máximo guía para el rumbo de Khĕd'd Sum'r. Hombre robusto, de gran presencia, tomó las riendas de Ür y la condujo por la directriz arquitectónica hasta entonces única: un cristalino edificio que roza el cielo con us páneles, techo semicilíndrico y bordes de mármol, concebido cual maravilla de la resurreción, no así es la visión que tiene el Eennsi Æqhmild para tal palacio, el Girqh S'marghēnd todo hombre sin embargo dio su labor por el Eennsi y su palacio.

Utopía fue por fuera el alias para la Nueva Sŏmir y en especial hacia la emergente capital, Uur, del cobrizo dirigente Ekmild...

Conforme crece Ür, el corazón neosumerio de la post guerra se cierne de gloria, progreso y pudor, no todo habitante citadino goza del reciente renacimiento, un grupo excluido del oasis, no por poco menos numeroso que los caídos en la Batalla del Río Tigr'lda, los extraños no ven aquellos anillos y cómo creen.